Nos encerraba durante 60 minutos en una jaula.
El decía que debíamos usar nuetra mente para abrir la puerta, y si no lo conseguíamos un gas acababa con nuestras vidas. Yo era el siguiente”. Las sobrecogedoras declaraciones de la víctima, hicieron pensar que las anspiraciones del científico se habían tornado en demencia, y que en caso de seguir con sus experimientos, quíen sabe que macabros planes tendría en mente.